martes, 4 de septiembre de 2007

Renacer.

En el tránsito que suele ser nuestra vida, en que vamos de lo posible a lo imposible, se me apareció un día la verdad desnuda sortilegios, entelequias, y mixtificaciones.
El diagnóstico me cayo certero como una bomba
¡Tiene Ud. Parkinson!, me dijeron
Y me quede solo con una sensación de vacío en el alma.
Y en el dolor y la desesperanza fui aprendiendo que no tenía derecho a nada, ni a caminar, ni a tener descanso.

Después que la explosión me hizo pedazos vuelvo a renacer de mis pedazos, y empiezo a vivir a como de lugar.
Y con sorpresa descubro que es hermosa la vida como es hermosa la esperanza.
Y que fue necesario conocer el infierno para saber que había cielo
Que fue necesario vivir el absurdo para descubrir el significado de las cosas
Entonces, comprendí la alegría silenciosa de Sísifo con su roca a cuestas, mientras se va diciendo “no hay destino que no se supere con el desprecio”
Ahora vuelvo a caminar entre nubes, en el más completo silencio; porque ya no escucho a los dioses, sólo mi voz que me habla muy despacito
Se que muchas cosas quedaran en el quizás, o en el talvez. Pero mi sueño es despertar un día, y caminar tranquilamente, sin apuro ni zozobra.